Responsabilidad liberal

09 Dic 2021

La primera mitad del siglo XX estuvo marcada por el retroceso del liberalismo y el auge de ideologías totalitarias. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en respuesta a los horrores del nazismo y el comunismo, en 1947 un grupo transversal de liberales publicó el Manifiesto de Oxford. En este se reafirmaron principios y derechos que inspiraron lo que posteriormente sería la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). Más de 70 años después, en un país ubicado en la finis terrae, se enfrentan en la segunda vuelta presidencial dos candidaturas que han sido identificadas por cada contendor como la representante del fascismo o del comunismo, según sea el caso. En este escenario, dos partidos liberales, uno de centroizquierda (Partido Liberal) y otro de centroderecha (Evópoli), tomaron la difícil decisión de apoyar a alguno de estos candidatos a la presidencia, para así evitar que gobierne lo que estiman potencialmente tiránico.

Así las cosas, la responsabilidad de los partidos liberales, en cada caso, no consistirá solo en “moderar” un programa, sino en ser el contrapeso político de la fuerza que apoyan si es que esta triunfa en la segunda vuelta. Para los liberales de centroizquierda, esto significa no respaldar aquellas políticas que minen el crecimiento económico, eleven el proteccionismo, reduzcan la seguridad, limiten la libertad de prensa y de enseñanza y asfixien a la sociedad civil por un excesivo estatismo. En el caso de los liberales de centroderecha, esto implica presionar para que se respeten los derechos humanos, abogar por preservar la política exterior de Chile en materia multilateral, promover un desarrollo económico consciente de la catástrofe ambiental, la equidad de género, el respeto a todos los miembros de grupos minoritarios –especialmente a quienes son vulnerables a la discriminación– y contribuir a conformar una estrategia humanitaria para lograr una migración ordenada, en función del tamaño y la capacidad de acogida de nuestro país.

Tal como lo indica la Internacional Liberal en su manifiesto (2017), vivimos tiempos en los que el liberalismo es objeto de nuevos ataques, procedentes de “quienes desde la izquierda otorgan al Estado la prioridad absoluta y también de los conservadores y nacionalistas de derecha, así como de los populistas de ambos extremos del espectro político, que aspiran a crear un Estado autocrático claramente ‘iliberal’, que aplicaría sus postulados”. Al respecto, Chile se encuentra en un escenario frágil, en el que el futuro del país estará en manos que podrían deteriorar las libertades si es que las organizaciones liberales no participan, se abstienen y renuncian a cumplir su función política, la que esta vez no será de dirigir, sino de limitar el poder cada vez que represente una amenaza para la individualidad y el progreso.

*Publicada en La Segunda.

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