El lobby en la sombra

10 Ene 2024

Las reuniones que sostuvieron una serie de ministros con stakeholders de distintos sectores económicos en la casa de un lobista son un escándalo, no porque el lobby (o cabildeo) sea malo, sino porque las excusas que las autoridades del gobierno han dado para justificar su actuar dan cuenta de una mala práctica institucionalizada que opera al margen de la ley.

En efecto, la Ley del Lobby define el cabildeo como la gestión o actividad remunerada cuyo objeto es promover, defender o representar cualquier interés particular para influir en las decisiones de “sujetos pasivos”, tales como ministros, subsecretarios, jefes de servicio, entre otros. Dada la amplitud de la norma, la Contraloría dictaminó que toda audiencia o reunión que cualquier organización solicite con la intención directa o indirecta de influir en las decisiones de sus autoridades, en representación de un interés particular, deben ser registradas.

Al respecto, el gobierno ha señalado que las reuniones que sostuvieron sus ministros en la casa de un lobista con representantes de grupos de interés no pueden considerarse lobby, ya que allí –sostienen– no se habría tratado de influir en la decisión de las autoridades ¿Cómo saber que fue así? Para el gobierno, bastaría con creer, pero para la ley y su reglamento no basta con la fe sino que es necesario dar a conocer, razón por la que este último mandata a registrar todas las audiencias y reuniones que los sujetos pasivos “sostengan con cualquier persona que realice actividades de lobby o gestión de intereses particulares”, incluyendo la individualización de quienes participaron de ella y de las organizaciones o entidades a quienes representan, las materias que se trataron, las decisiones que se pretenden obtener, entre otros (Decreto N°71, Art. 12).

Es cierto que la actual Ley de Lobby requiere mejoras, por ejemplo, con respecto a la efectividad de las sanciones para las autoridades que no registran sus reuniones, los déficits que tiene el registro de audiencias, la cobertura de los sujetos considerados en la regulación del cabildeo y el vacío que se produce cuando es el sujeto pasivo el que solicita el encuentro. Sin embargo, en este caso el problema no pareciera ser la ley, sino el actuar político. Ahora es la Contraloría la que debe investigar y pronunciarse sobre si Chile realmente tiene o no Ley del Lobby.

Esta columna se publicó en La Segunda.

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