Talleres de la reforma previsional: un buen primer paso

29 Dic 2022

La semana pasada culminaron los talleres de la reforma previsional organizados por el gobierno, en respuesta a la carta que enviamos 22 centros de estudio para solicitar los microdatos y planillas de cálculo que sustentan las estimaciones de los informes de la reforma. El balance es positivo, pero es solo un primer paso. En lo positivo, se mostraron los modelos, supuestos y parámetros utilizados para estimar los efectos macro y la sustentabilidad del Fondo Integrado de Pensiones (FIP). Como tarea pendiente se encuentran el acceso a los microdatos y la sensibilización de los modelos para visualizar distintos escenarios.

En total fueron tres talleres coordinados en conjunto por el Ministerio de Hacienda y de Trabajo. En el primero se revisó el modelo que sustenta los efectos macro de la reforma, contenidos en el Informe de Impacto Regulatorio. Luego, se expuso el Informe Financiero de DIPRES que estima el costo fiscal del proyecto. Y en el último encuentro, se analizó el modelo actuarial que proyecta la sustentabilidad del FIP, el que recibirá la cotización extra del 6% y, al mismo tiempo, financiará beneficios para los actuales y futuros jubilados.

Las principales conclusiones por taller se resumen a continuación:

  • Taller 1: utilizando un modelo de equilibrio general creado por el Banco Central para la reforma de pensiones del 2017, el gobierno estima que la actual reforma tendrá un efecto positivo de largo plazo en el PIB per cápita (1,1%), stock de capital (2,9%), ahorro (1,2%) y empleo formal (2% en promedio y 10,7% en el quintil de ingreso más bajo). El efecto positivo en el empleo generó la mayor cantidad de cuestionamientos, sobre todo cuando el mismo modelo asume que los trabajadores de quintiles más bajos incorporan menos los beneficios futuros en las decisiones actuales. A su vez, este modelo no logró capturar aspectos estructurales de la reforma como, por ejemplo, la existencia de dos tasas de interés (la nocional y la real). Por esto, se solicitó al gobierno que pida al Banco Central un nuevo modelo, el utilizado no parece ser el más idóneo para la reforma actual.
  • Taller 2: en el largo plazo, la reforma tiene un costo fiscal anual de US$ 6.200 millones (2% del PIB), que se explica en un 55% por el incremento de la PGU a $250.000 y en un 30% por una menor recaudación tributaria. Si bien no hubo mayores cuestionamientos a las estimaciones de DIPRES, se resaltó la importancia de contar con informes financieros de buena calidad técnica. Avanzar en unificar formatos y disponibilizar datos para replicar estimaciones sería un gran paso en transparencia y una manera de mejorar la calidad del debate en torno a los proyectos de ley que despacha el Ejecutivo al Congreso.
  • Taller 3: sin duda, este taller fue el que entregó más luces sobre uno de los aspectos controvertidos de la reforma: la creación del FIP y su sostenibilidad en el tiempo. El modelo actuarial que lo sustenta es robusto y los parámetros y supuestos utilizados, a priori, parecen razonables para asegurar la sustentabilidad del fondo. Sin embargo, todavía hace falta la modelación de distintos escenarios ante cambios en los parámetros (análisis de sensibilidad, en jerga economicista). Por ejemplo, suponer que todos los beneficios que promete el fondo se mantienen constantes en los próximos 80 años, es un supuesto difícil de sostener.

Los talleres son un buen primer paso, pero todavía falta camino. Un elemento clave en la discusión de pensiones —que hasta el momento ha estado ausente en gran parte por no tener acceso a las bases de datos de pensionados— es el de las tasas de reemplazo (monto de pensión en relación al salario). Aquí, tal como lo ha advertido el economista Joseph Ramos, todavía no tenemos un diagnóstico compartido sobre el punto de partida. Es decir, cuáles son las tasas de reemplazo efectivas con la actual PGU. Es fundamental preguntarnos a qué tasas de reemplazo queremos llegar con la reforma y, consecuentemente, cuáles son las mejores herramientas para lograrlo. Y esto, solo se logrará con los datos sobre la mesa.

El análisis crítico, el saber técnico y la confrontación de ideas en base a un conocimiento compartido, son necesarios no solo para esta reforma, sino que —en un sentido más amplio— son fundamentales para contar con políticas públicas bien diseñadas, donde confluya la técnica con la política. Este sello, tan distintivo de la denostada política de los acuerdos de los últimos 30 años, es el que podemos recuperar al alero de la discusión de la reforma de pensiones. Ojalá no desperdiciemos esta oportunidad.

Publicada en Ex-Ante.

 

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