Sistema político y crisis democrática

14 Nov 2022

El sistema político es la raíz del problema que hoy vive nuestra nación, ya que dificulta la generación de acuerdos estables en el tiempo. Si en el proceso en el que se van formando las políticas públicas no hay incentivos para la cooperación entre los actores y organismos que participan del juego democrático, muchas iniciativas seguirán siendo archivadas o aprobadas con poco tiempo de vida, profundizando la incertidumbre e inestabilidad política, económica y social.

El núcleo del problema de nuestro sistema político se encuentra en el sistema de partidos y el sistema electoral. Cuando los partidos están altamente fragmentados (más de cinco relevantes, según Sartori), se tiende a la polarización ideológica. Del mismo modo, existe amplia literatura sobre la inestabilidad que viven los presidencialismos combinados con un multipartidismo excesivo. En nuestro caso, tras la implementación del sistema electoral que reemplazó el binominal, la fragmentación política alcanzó niveles peligrosos para la gobernabilidad, con un Número Efectivo de Partidos (NEP) legislativos de 7,7 en 2017 y 11,6 en 2021.

El perjuicio que esta proliferación de partidos tiene sobre la gobernabilidad depende de la proporción de legisladores oficialistas, la que ni en la reciente administración de Chile Vamos ni en la actual de Gabriel Boric ha superado el 46% de los escaños de la Cámara de Diputadas y Diputados. Esto se tradujo, en el último gobierno, en una importante caída de mensajes despachados: si en promedio cada administración desde 2006 aprobaba 248 iniciativas presidenciales, en el gobierno pasado esta cifra se redujo a 164, equivalente a un inédito 47% del total de proyectos de ley legislados entre 2018 y 2022 (el 53% restante fueron mociones parlamentarias). En otras palabras, el Ejecutivo ha perdido la capacidad de controlar la agenda y llevar a cabo su programa, lo que profundiza la desconfianza ciudadana sobre el sistema político en su conjunto.

Más allá de las habilidades para negociar que posea una administración, si no nos hacemos cargo de los problemas que produce el actual sistema electoral, tanto para gobernar como para favorecer la cooperación estable en el tiempo entre los actores políticos, difícilmente podremos salir de la crisis en la que se encuentra nuestra democracia. En este sentido, debemos apuntar a un sistema electoral coherente con el presidencialismo, que incentive la conformación de coaliciones y disuada la proliferación de partidos políticos, ya que de lo contrario seguiremos entrampados en una lucha cuyos únicos ganadores serán los populistas y los outsiders.

Publicada en El Mostrador.

 

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