Derechas y desafíos: entre la unidad y el centro
Las derechas tienen posibilidades reales de consolidar su liderazgo futuro, pero su éxito dependerá de cómo logren articularse tanto entre sí como con otros partidos. Las recientes elecciones así lo demuestran.
En efecto, si bien en la elección de gobernadores regionales los partidos de derecha obtuvieron sólo 6 de las 16 gobernaciones, en la primera vuelta lograron 5.456.200 votos, equivalentes al 50,6% de los válidamente emitidos. Y a nivel municipal, los partidos de derecha alcanzaron un 35,7% en las elecciones de alcaldes y un 48,5% en la de concejales, lo que equivale a 4.172.663 y 4.974.616 votos, respectivamente.
Los resultados de la elección de gobernadores dan cuenta de un importante potencial, pero también subrayan el desafío para la derecha de consolidar una mayoría que dependerá de la colaboración estratégica entre Chile Vamos, Republicanos, el Partido Social Cristiano y el Partido de la Gente. Del mismo modo, los votos alcanzados en la elección municipal dan cuenta de que el triunfo en las elecciones 2025 inevitablemente requiere del apoyo del centro político hoy ocupado por Demócratas y Amarillos.
Atraer votantes tan diversos no será sencillo, ya que se corre el riesgo de perder el respaldo de las bases más ideológicas al momento de moderar el discurso para captar al electorado centrista. Además, no basta con establecer alianzas sino también definir un discurso convocante. Encontrar un eje articulador entre liberales y conservadores resulta crucial para este esfuerzo.
En esta línea, como señala Valentina Verbal en La derecha perdida (2018), un principio compartido entre ambos es la valoración de la propiedad privada. Sin embargo, debe complementarse con una defensa ética de la libertad que fortalezca la dimensión política del proyecto de derecha. Por su parte, Juan Luis Ossa en Liberales y conservadores: ¿nada en común? (2024) también identifica mínimos comunes entre ambas posiciones políticas, como la aversión al constructivismo, la defensa del Estado de Derecho y una aproximación pragmática y reformista ante los cambios sociales.
En suma, si la derecha quiere posicionarse como alternativa, deberá primero ser capaz de construir un proyecto político coherente que responda a las expectativas del Chile actual y generar alianzas estables en función de principios y propuestas compartidas. De lo contrario, los resultados seguirán siendo subóptimos tanto en términos electorales como programáticos. Es un camino complejo, pero las elecciones recientes demuestran que las posibilidades existen si es que se logran alinear las ideas, las estrategias y los liderazgos.
Esta columna se publicó en La Segunda.