Nueva Constitución: una oportunidad para un nuevo Estado

Uno de los principales desafíos para las sociedades modernas, es robustecer o restablecer el compromiso de las personas con el constitucionalismo, con la democracia y con el Estado, como un modo de organización política capaz de dar respuesta a las necesidades sociales más importantes, con la urgencia requerida.

En estos tiempos, no resulta posible pensar en un verdadero pacto social sin la garantía de un Estado moderno “que brinde servicios oportunos, de calidad y con un nuevo trato hacia los ciudadanos, como una manifestación del respeto a la igual dignidad como inviolable y fundamento de los derechos y libertades de las personas”.

De igual forma, se hace necesario contar con una buena administración del Estado, donde se distinga claramente entre las funciones públicas de gobierno y aquellas de administración, evitando una influencia excesiva de la política partidista, así como la existencia de cuotas de partidos en el desempeño de las funciones permanentes de la administración pública (fenómeno comúnmente conocido como “clientelismo”), con el fin de contar con un aparato estatal verdaderamente al servicio de las personas.

Con lo anterior, si aspiramos a contar con un Estado capaz de lograr certezas y mejoras concretas para la vida de las personas, es ineludible sentar bases constitucionales explícitas para materializar ese anhelo.

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