Aprender por Chile
Hace cinco años nuestra democracia estuvo en grave riesgo. Un amplio malestar y hastío ciudadano como consecuencia de anhelos de cambios sociales postergados que se expresó en una gran movilización de protestas pacíficas que se desarrolló a la par de uno de los períodos de mayor violencia en nuestra historia reciente. Conviene reflexionar sobre lo que ocurrió y sacar lecciones de ello.
Independiente de los legítimos debates sobre sus orígenes, los principales aprendizajes que nos dejan estos cinco años son dos: la necesidad de reafirmar nuestras convicciones acerca del valor de la democracia, rechazando sin ambigüedades la violencia como medio para lograr objetivos políticos, y retomar la senda de desarrollo con una mayor igualdad social y un crecimiento económico alto y sostenible que lo haga posible.
La declaración –firmada por cerca de 70 adherentes– está compuesta por cinco pilares:
- El rechazo absoluto a la violencia como instrumento para generar cambios.
- El compromiso irrestricto con el respeto al Estado de Derecho.
- El compromiso con la búsqueda de una convivencia social pacífica.
- El compromiso con el impulso a los cambios sociales y a la búsqueda de acuerdos.
- El compromiso con el crecimiento económico.
Desde estas convicciones, proponemos un gran pacto que garantice la gobernabilidad por la seguridad, el desarrollo económico y la inclusión, que permita a Chile tener un proyecto ampliamente compartido. Ello requiere disposición a romper la polarización y buscar aquello que nos une antes que profundizar en nuestras legítimas diferencias; requiere también un gran esfuerzo para relegitimar nuestras instituciones ante la ciudadanía buscando los acuerdos para destrabar los avances.
Esta declaración fue promovida por los centros de estudio Horizontal, Fundación por la Democracia, Humanismo y Democracia, y Democracia y Progreso.