Plan de reactivación educativa en perspectiva

22 Feb 2024

Hace un año se anunció el Plan de Reactivación Educativa (PRE), la estrategia del gobierno para recuperar los aprendizajes perdidos durante la pandemia. Este aniversario coincide con la publicación de la agenda 2024 de EE.UU. para el mismo propósito y que prolonga el esfuerzo que comenzaron en 2021 con el American Rescue Plan (ARP). La comparación entre ambos países evidencia que en EE.UU. la recuperación de aprendizajes fue más prioritaria que en Chile. Vamos por partes.

Primero, en EE.UU. siguieron su frase popular: “put your money where your mouth is” (en otras palabras, menos cháchara y más acción). En términos presupuestarios, en 2021 comprometieron fondos de largo plazo por 0,56% del PIB (US$ 130 billones). En Chile, acumulamos 0,026% del PIB entre 2022 y 2024 para la reactivación educativa. Esto significa que el gasto estadounidense es más de 21 veces el nuestro (relativo al nivel de desarrollo de cada país).

Además de más presupuesto, el plan estadounidense está enfocado en estrategias basadas en evidencia para recuperar los aprendizajes. Esto implica que cada una de las tres medidas (varias de las cuales se replican en el plan chileno), echan mano a las recomendaciones de la comunidad técnica para maximizar los efectos positivos en los estudiantes, situación que no ocurre acá. Esto se manifiesta en:

i. Tutorías: en Chile son impartidas por voluntarios, de forma online o presencial, una vez por semana; en EE. UU. son impartidas por tutores profesionales o altamente entrenados, de forma presencial, tres veces por semana, tal como está demostrado que tiene mayor impacto en los aprendizajes. El presupuesto estadounidense es un 74% mayor al chileno para tutorías .

ii. Asistencia a clases: ambos países tienen estrategias similares para mejorar la asistencia (visitas focalizadas a hogares y sistemas de alerta temprana); además, en EE. UU. agregan mensajes de texto a los padres. Sin embargo, en Chile el problema de la inasistencia grave es de un orden de magnitud mayor al de EE. UU.; mientras nosotros tenemos un 36% de inasistencia grave (más de 15% de inasistencia), ellos tienen un 28% (y su umbral es más estricto, 10% de inasistencia). Solución similar para un problema que es mucho más grave en Chile.

iii. Escuelas de verano: mientras en EE. UU. se implementan escuelas de verano, en Chile no se han aplicado medidas para recuperar aprendizajes durante las vacaciones, aun cuando hubo paralizaciones significativas durante el año, que se agregan a los excesivos cierres de escuelas durante la pandemia.

El plan estadounidense propone indicadores objetivos para que las escuelas reporten avances (porcentaje de tutorías comenzadas y terminadas, porcentaje de padres contactados vía sms, porcentaje de estudiantes en escuelas de verano), con un foco en recuperación de rendimiento académico; en cambio, del plan chileno hace falta mayor publicación del avance e impacto de los distintos ejes.

A pesar de haber sido uno de los países que más semanas mantuvo cerradas sus escuelas durante la pandemia, los esfuerzos que hemos realizado distan de los necesarios para que recuperemos los aprendizajes perdidos, lo que solo viene a empeorar las brechas socioeconómicas prepandemia. Más allá de los datos, la épica que desprende un plan que -como su nombre indica- viene a “rescatar” un país, es algo que nos faltó: hacer de la recuperación de aprendizajes un desafío país con convocatoria transversal. Todavía no es demasiado tarde.

Esta columna se publicó en La Tercera.

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