Más allá de la segregación: propuesta para recomponer el tejido social en nuestras ciudades

07 Nov 2023

Las ciudades son un reflejo de la sociedad. Los tejidos urbanos son una muestra de la forma en la que se estructuran sus comunidades, cómo se relacionan entre ellas y, de cierta forma, la manera en la que las personas viven y conviven entre ellas. Las ciudades chilenas no son la excepción.

Según un estudio del año de 2018 publicado por la OCDE que analiza la construcción en el tiempo de los tejidos urbanos de distintas ciudades, las nuestras son las segundas más fragmentadas de la organización dentro de un total de casi 30 países y más de 1.100 casos de estudio (OCDE, 2018). Es decir, en promedio, nuestros tejidos urbanos se componen de forma significativa por distintas piezas distribuidas en el territorio, inconexas y sin continuidad entre ellas.

Lo anterior, más allá de describir una singularidad física –y que no necesariamente debe entenderse como negativa– denota una característica que puede tener graves implicancias sobre el tejido social. De cierto modo, la forma cómo modificamos y construimos nuestras ciudades a lo largo del tiempo propicia procesos de fragmentación social, separando personas y comunidades, afectando su rol como “techo común”, característica clave para conformar una ciudad de y para todos.

La fragmentación en nuestras ciudades se manifiesta de distintas maneras. Sin embargo, es la relacionada al modo cómo éstas se construyen (procesos de extensión urbana) y modifican (procesos de regeneración y/o densificación del tejido existente) la que impacta en mayor medida la conformación y consolidación del “techo común” dentro de ellas. En parte, sostenemos que este problema se origina por el desconocimiento del tejido social presente al construir y modificar nuestras ciudades.

Nuestra visión es que más que limitar tales procesos, debemos saber reconocer el tejido social por medio de Estudios de Caracterización y Planificación Estratégica Comunal (ECPEC) que nos entreguen información sobre la forma de orientar positivamente las distintas etapas y actores que modifican nuestras ciudades a través del tiempo.

Lo anterior tiene como principal objetivo que los diversos procesos de modificación de nuestras ciudades contribuyan al desarrollo sociocultural y económico de los lugares donde se ubican, revitalizando comunidades, creando valor compartido y generando tejidos sociales que promuevan la socialización y la cohesión de sus integrantes. Es decir, que permitan sumar atributos a lo existente en vez de acentuar las divisiones e injusticias. Contribuir a que alcancemos “ciudades más justas”.

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