Los desafíos de la democracia chilena

En un contexto global convulsionado, la democracia liberal está en crisis y enfrenta una serie de nuevos desafíos. En el mundo, más países que nunca, están sufriendo actualmente una erosión democrática, incluso en aquellas democracias establecidas. El panorama general es preocupante, y frente a la supuesta consolidación global de los principios democráticos y liberales tras el final de la Guerra Fría, los niveles de democracia han disminuido recientemente hasta los niveles que teníamos en 1989, y pareciera que diversos avances democráticos han sido erradicados en los últimos años, experimentando un proceso de retroceso a nivel global.

En Chile, no estamos ajenos a dicha problemática. Así, existe un cierto consenso en que el sistema político chileno se encuentra bloqueado, que hay una dificultad cada vez mayor por lograr acuerdos estables en las materias más relevantes, y que se requieren reformas estructurales para salir de la crisis en la que estamos inmersos. Entre los síntomas de esta crisis encontramos, por ejemplo, que los partidos políticos muestran baja cohesión y un desapego cada vez mayor de sus votantes; una fragmentación y dispersión de fuerzas políticas sin precedentes; y bajos incentivos a la colaboración entre gobierno y oposición. En nuestro país, además, se alcanzan los niveles de confianza en partidos más bajos de Latinoamérica, y son cada vez más las personas que no se identifican ni simpatizan con ninguna colectividad política. Asimismo, existe una negativa valoración ciudadana hacia el desempeño de sus gobernantes, lo que añade ahora un desafío adicional a los nuevos mandatarios de generar gobernabilidad en medio del cambio constante ante el agotamiento de los ciclos políticos.

Si bien la crisis es de larga data, se ha acentuado con fuerza durante los últimos años. El problema, es que pueda facilitar la penetración de candidatos populistas.

Sin embargo, nada cambiará sin reformas estructurales. Y es que no existe una democracia sana sin un buen sistema político que la sustente. Un sistema político que facilite los grandes acuerdos. Un sistema político que facilite la cooperación entre el Ejecutivo y Legislativo. Si tenemos presidentes que deban enfrentarse a parlamentos fragmentados, se reducen drásticamente las posibilidades de generar mayorías legislativas. Con ello, se reduce la gobernabilidad, y de levantar programas de gobierno exitosos. Por tanto, se hace necesario transitar hacia un sistema político que facilite el pluralismo, pero que combata la excesiva atomización y fragmentación.

Para algunos, estamos frente a un momento clave, que puede marcar el devenir democrático de nuestro país. En ese sentido, se advierte el surgimiento de populismos y sectores extremos, tanto de izquierda como derecha. Esto puede estar de la mano con un aumento de la polarización, y cuando la polarización alcanza niveles tóxicos, la democracia típicamente comienza a desmantelarse. La polarización afectiva alrededor de líderes populistas ha generado un escenario de continua desconfianza y amenaza entre los distintos grupos de la sociedad, lo que en ocasiones puede derivar en renuncias a los mecanismos democráticos y optar por caminos autoritarios.

Sin embargo, tenemos una luz de esperanza: hoy se nos presenta una oportunidad inmejorable para avanzar en la reforma del sistema político y de esa forma facilitar el camino para los cambios que Chile necesita, mediante la consagración de propuestas concretas en la Constitución.

Pero hay que tener ojo: tenemos que ser sumamente conscientes de que no resolveremos todos los problemas que nos aquejan en una Carta Fundamental. No corregiremos el sistema político por completo en la Constitución, y es importante tener claro que muchos de los cambios propuestos son significativos, pero también graduales. La discusión constitucional nos facilita la oportunidad de repensar nuestro sistema político. Necesitamos fortalecer la institucionalidad, promover la participación ciudadana, y más pronto que tarde, buscar acuerdos que trasciendan las diferencias. La democracia chilena, aunque desafiada, tiene el potencial de reinventarse y seguir consolidándose para avanzar en las materias que más aquejan a la ciudadanía.

Esta columna fue elaborada para el centro de estudios Horizontal.

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