El fantasma de la peor política pública

12 Abr 2023

En abril se podría presentar la iniciativa que habilita un nuevo retiro desde los fondos previsionales. En el Centro de Estudios Horizontal hemos estimado que, si éste se da en las condiciones de los anteriores, saldrían más de US $16.600 millones del ahorro para las pensiones, los que entrarían a la economía presionando los precios al alza. El aumento de la inflación, como es sabido, daña más fuertemente los bolsillos de los sectores más vulnerables, ya que destinan una mayor proporción de sus ingresos al consumo y tienen menos herramientas para protegerse de la inflación.

El efecto de un nuevo retiro sobre el mercado de capitales podría ser devastador. Ya no estamos en pandemia, con lo que carece absolutamente de justificación, por lo tanto, si se llegase a aprobar, lo más probable es que se continuarían realizando hasta secar los fondos de pensiones. Así, se pondría la lápida al mercado de capitales chileno, al indicar que iniciamos un camino sin retorno a la liquidación de buena parte del ahorro de largo plazo del que se nutre.

Parte del efecto del colapso del sistema financiero nacional será el aumento del tipo de cambio, con esto se empujan nuevamente al alza los precios. El Banco Central, para moderar la subida del tipo de cambio y para contener la inflación tendría que subir aún más la tasa de instancia, lo que tendría un efecto devastador sobre la inversión, el crecimiento y la generación de empleo. Nuevamente los más perjudicados serán las familias más vulnerables de nuestro país.

Las graves consecuencias macroeconómicas de un nuevo retiro de fondos de pensiones son sólo una dimensión, otra igualmente importante es el efecto sobre las pensiones. En nuestro país las pensiones son bajas y llevamos años discutiendo cómo elevarlas. Es absolutamente contradictorio que se impulsen medidas que significan deteriorar el componente autofinanciado de las pensiones.

En el estudio citado, hemos identificado que 5,1 millones de afiliados quedarían con saldo cero en sus cuentas de capitalización individual. Encontramos también que, a menor decil de ingresos, los afiliados pueden retirar un mayor porcentaje de su saldo y que las mujeres, en cada decil, retirar un mayor porcentaje que los hombres. La consecuencia de esto es clara: las pensiones de los más pobres y de las mujeres son las que se verían más disminuidas con un nuevo retiro, por lo tanto, esta medida incrementa la desigualdad y la brecha de género.

Además, estimamos que mientras los afiliados del primer quintil de ingresos (el 20% más pobre) retirarán sólo el 8% de los US $16.600 millones, mientras que los afiliados del quinto quintil (el 20% más rico) retirarán el 28%. Así, los “beneficios” del retiro lo reciben fundamentalmente los más ricos y los costos recaen más fuertemente en los más pobres (inflación, desempleo y menores pensiones).

En definitiva, un nuevo retiro es una política que daña las pensiones, eleva la desigualdad y la brecha de género, incrementa la inflación, reduce el crecimiento y la creación de empleos, y que además “beneficia” desproporcionadamente a los más ricos, mientras los costos golpean más duramente a los más pobres.  ¿Cómo es posible que, con el verdadero prontuario de esta política pública, estemos siquiera planteando tener esta discusión?

Columna publicada en El Líbero.

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