Voto obligatorio y moderación

06 Nov 2024

Las recientes elecciones municipales en Chile dejan entrever un cambio en el electorado, con una aparente inclinación hacia posturas más moderadas respecto a 2021. Sin embargo, esta preferencia por candidatos menos extremistas no necesariamente responde solo a un cambio de opinión pública, sino que también podría explicarse por la implementación del voto obligatorio.

Existen al menos dos razones que sustentan la hipótesis de que el voto obligatorio favoreció una representación más moderada en estos comicios, realizados en distritos uninominales sin segunda vuelta. Primero, con el voto voluntario, los partidos estaban incentivados a enfocar sus propuestas hacia el “votante probable”, un perfil que, en general, posee mayores niveles de ingresos y educación. Como consecuencia, los candidatos tendían a sesgar su programa en función de este segmento (Contreras & Morales, 2014), dejando de lado a otros sectores.

La segunda razón radica en que, al ser menor la cantidad de personas que votaba bajo el régimen voluntario, se necesitaban menos votos absolutos para ganar. Así, el voto voluntario incentivaba a los candidatos a dirigirse a sus partidarios más leales y convencidos, con preferencias políticas definidas y opiniones más ideologizadas que el resto. Esta orientación se traducía en propuestas menos inclusivas, para captar el apoyo de una franja específica, más que a representar a la mayoría como sí induce el voto obligatorio.

Por lo tanto, el regreso del voto obligatorio no solo ha permitido una mejor representación, sino que también ha posibilitado una configuración política menos radicalizada que antes. Si con el voto voluntario las elecciones estaban capturadas por las visiones de votantes duros, con una participación superior al 80% el electorado incluye personas menos polarizadas en sus posturas, modificando radicalmente el panorama.

La pasión es natural en política, como también que los representantes defiendan posturas con convicción. Sin embargo, el efecto positivo que las discusiones públicas tienen para la democracia no está en cambiar la postura del contendor respectivo, sino en la opinión que le produce al espectador calmado y desinteresado. Bajo el voto voluntario, esa figura apenas participaba o constituía una minoría; con el voto obligatorio, se ha vuelto mayoría.

Esta columna se publicó en La Segunda.

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