Pragmatismo vs. maximalismo
El gobierno envió una nueva indicación a la reforma de pensiones que propone destinar 3 puntos de la nueva cotización a capitalización individual (con solidaridad intrageneracional) y los otros 3 puntos al seguro social. Éste último entregaría tres beneficios: la garantía de 0,1 UF por año cotizado, la compensación a mujeres por mayores expectativas de vida y el beneficio de cuidados. Entre estos, el principal gasto es la garantía, sin embargo, como veremos, es transitorio.
A la garantía se le resta la pensión que el afiliado alcance con el 3% adicional destinado a capitalización. Así, en la medida que los afiliados vayan juntando mayor ahorro con el 3%, el pago de la garantía se irá reduciendo. Por ejemplo, una persona que recibe el salario mediano y cotice por 20 años en el nuevo esquema, le correspondería una garantía de 2 UF, pero a este monto se le restará la pensión que haya alcanzado con el 3% que va a capitalización. En este caso, la pensión que logra con 3% en capitalización en 20 años es aproximadamente 1,4 UF, por lo tanto, se pagaría solo 0,6 UF de garantía. Así, conforme vaya pasando el tiempo, la pensión autofinanciada será más alta y en consecuencia la garantía irá desapareciendo.
Aunque el principal gasto es transitorio, el financiamiento se está definiendo permanente: 3 puntos de cotización (aproximadamente 0,7% del PIB al año). Con este esquema, tendremos en el largo plazo al Estado administrando un fondo cada vez más grande. ¿Queremos que el Estado sea un actor relevante del mercado de capitales?
Lo razonable es que un gasto transitorio se financie con impuestos generales y, en ningún caso, con una cotización permanente.
Respecto al fondo de la discusión, los estudios coinciden en dos diagnósticos fundamentales: las pensiones autofinanciadas son muy bajas y a futuro serán aún más. Frente a esta situación, la respuesta de política pública obvia es que hay que aumentar el ahorro para pensiones, es decir, incrementar la capitalización. Pese a ello, nuestro país parece haber tomado la decisión política de elevar las pensiones de los actuales jubilados con cargo a las pensiones de quienes se jubilen a futuro. Lo anterior aun cuando la PGU cambió el panorama al incrementar significativamente las actuales tasas de reemplazo.
Llevamos una década discutiendo una reforma de pensiones sin éxito. Puede ser que parte del problema sea que las reformas discutidas son maximalistas y buscan modificar prácticamente todos los aspectos del sistema (desde la tasa de cotización al mecanismo de cobro y la organización industrial). Quizás, sabiendo que tenemos un sistema político fragmentado y poco funcional se podría avanzar en aspectos donde hay acuerdos. Y elevar la capitalización en 3 puntos parece ser un factor de encuentro.
Cada año que pasa con una tasa de cotización de sólo 10% es tiempo perdido para los futuros pensionados. Así, se podría avanzar en este aspecto y continuar con la discusión relativa al destino del otro 3%.
Quizás es el momento de intentar una estrategia distinta, dejar el maximalismo de lado y tratar de avanzar con pequeñas modificaciones que permitan acercarnos a lo que buscamos todos: mejorar nuestro sistema de pensiones.
Esta columna se publicó en La Tercera.