Debemos priorizar el crecimiento

11 Oct 2023

El economista de MIT, Ricardo Caballero, ha señalado que cuando la economía no crece surge la “mentalidad de suma cero” que corresponde a pensar en que la ganancia de un individuo es la pérdida de otro. Agregó que existe evidencia de que las personas con mentalidad de suma cero tienden a votar en contra de políticas públicas pro crecimiento, desencadenándose un círculo vicioso negativo.

Chile lleva casi una década creciendo poco y nada. Desde 2014, quitando los años de la pandemia, el país sólo ha crecido 1,8% real en promedio. Esta paupérrima cifra es aún peor si consideramos que durante ese período la población creció al menos 1,14% (el nuevo censo podría revelar una cifra mayor asociada a la inmigración reciente), por lo tanto, el crecimiento per cápita sería cercano a 0,6% promedio, o sea prácticamente nada.

Sin crecimiento económico, es decir, si no somos capaces de crear valor, la economía efectivamente se transforma en un juego de suma cero. Es evidente: si no crece la torta, el pedazo que uno se come era de otro. Bajo estas condiciones, la ciudadanía se frustra y se deteriora la cohesión social. Por el contrario, en una economía que crece, el éxito de algunos no es a costa del resto, sino que permite generar nuevas oportunidades y beneficios para más personas.

Al escenario de casi nulo crecimiento per cápita que se evidencia en Chile se agrega una situación adicional de estrés para las familias. Desde 2014, y como consecuencia de lo anterior, los salarios han crecido sólo 0,5% real anual en promedio. En paralelo, los precios de las viviendas, que es uno de los principales gastos de las familias, se han expandido 5% real anual promedio durante el mismo período. En otras palabras, las personastienen menos dinero disponible para otros gastos. Existe cerca de una década de progresivo deterioro, por lo tanto, no es sorprendente que exista descontento entre la ciudadanía.

A lo anterior se suma la crisis del mercado laboral que no se ha recuperado del efecto negativo de la pandemia, evidenciando una tasa de ocupación similar a la de 2010. Para que llegue a niveles pre pandemia, aún falta recuperar aproximadamente 400 mil empleos.

Como señalan los estudios citados por Caballero, la falta de crecimiento nos está conduciendo a una subvaloración de éste, que lleva a que parte de la ciudadanía adhieran a reformas que, en lugar de propiciar el crecimiento, lo entorpecen. Es así como se ha incrementado de manera importante el costo del empleo, reduciendo la jornada laboral y elevando fuertemente el salario mínimo, a pesar de la crisis laboral en la que estamos.

El crecimiento debe volver a ser una prioridad, desgraciadamente no hay señales contundentes en este sentido. Si bien el proyecto de ley de presupuesto para el 2024 dice poner el foco en la reactivación por medio de elevar el monto destinado a inversión pública, lo cierto es que la baja capacidad de ejecución genera dudas de que sea capaz de lograr su cometido. Al término de la primera mitad del año, la ejecución del presupuesto de inversión llegaba a 24,1% y de las transferencias de capital a 36%. Además, es un proyecto de ley de presupuesto que al incrementar el gasto público por sobre el crecimiento, desplaza gasto privado. Resulta revelador, aunque pueda parecer un detalle, que nuevamente se reduzca el presupuesto asignado a la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad, organismo que ha hecho un muy buen trabajo identificando trabas al crecimiento y promoviendo incrementos en la productividad.

Es indispensable volver a poner el crecimiento en el centro de las prioridades, lo requerimos para incrementar el bienestar de la población, la cohesión social y la confianza de la ciudadanía en las instituciones, así como para poder financiar más y mejores beneficios sociales, especialmente para quienes más lo necesitan.

Esta columna fue publicada en Contrafactual.

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