Autoritarismo y seguridad pública
La reciente Encuesta Feedback-UDP reveló un alarmante dato: el 52,8% de los chilenos cree que un régimen autoritario enfrentaría mejor la delincuencia que uno democrático. Esta percepción, junto con la prioridad ciudadana de combatir la criminalidad, sugiere que la crisis de seguridad amenaza la legitimidad de la democracia en Chile.
Contra esta creencia, la experiencia comparada indica que un régimen autoritario no combate mejor la delincuencia que una democracia, ni tampoco está mejor preparado para prevenir los embates del crimen organizado (GIATOC, 2024). Entonces, ¿por qué en Chile existe una percepción contraria a la evidencia internacional? Quizás porque diariamente se observa cómo el crimen organizado parece ganar la batalla.
No obstante, la falta de oportunidad en la respuesta del aparato público frente a la delincuencia no se debe a la democracia en sí misma, sino a dos factores estructurales que deben ser reformados prontamente para que el Estado pueda asegurar mejor la libertad de la ciudadanía y responder adecuadamente a la demanda por más seguridad.
En primer lugar, se encuentra el sistema electoral vigente, que produce minorías legislativas para las coaliciones oficialistas y fragmentación política, dificultando la generación de acuerdos inter temporales y la aprobación de leyes. Esto, combinado con la polarización, ha llevado a que proyectos de ley asociados a la seguridad cumplan más de 5 años de discusión, como es el caso de la creación del Sistema de Inteligencia o la especialización preferente de las fuerzas de orden y seguridad.
En segundo lugar, se encuentra la falta de modernización del Estado, específicamente, el funcionamiento inorgánico y descoordinado de las instituciones ligadas a la seguridad, el desaprovechamiento de la información que éstas disponen y la ausencia de seguimiento de indicadores claves.
El combate a la delincuencia siempre debe ser mentado desde la democracia, ya que en ella los derechos más fundamentales están resguardados y porque, contrario a la percepción mayoritaria, es más efectiva contra la criminalidad. Pero para que lo haga de mejor manera, urge reformar el sistema político y modernizar al Estado, ya que de lo contrario la ilusión de que un régimen autoritario combatiría mejor a la delincuencia seguirá creciendo.
Esta columna se publicó en La Segunda.