Pensiones en la recta final

05 Jul 2024

Esta semana la reforma de pensiones entró en su recta final y probablemente en el transcurso de los próximos días sabremos si, de una vez por todas, el mundo político es capaz de lograr un acuerdo y aprobar una reforma más que necesaria. La tarea no es fácil. El proyecto que en enero aprobó la Cámara y que hoy se encuentra en la Comisión de Trabajo del Senado es solo un cascarón, desprovisto de los ejes estructurales propuestos por el ejecutivo como el fondo mixto, destino de los seis puntos y la separación forzosa de la industria.

Soy de los que creen que necesitamos un (buen) acuerdo en pensiones y que no podemos seguir dilatando esta reforma. En este sentido, el completo hermetismo con que ha trabajado la comisión técnica (cuya última sesión fue este jueves) y la decisión del gobierno de postponer la idea de legislar para las próximas semanas, son buenas señales. Pero estas señales deben transformase en propuestas concretas y en un diseño final que permita mejorar las pensiones –de hoy y mañana– de manera responsable.

Lo primero y más importante es poner los objetivos de la reforma antes que los instrumentos. Por esto, la propuesta que emane de la comisión técnica debe contener las tasas de reemplazo (TR) esperadas, tanto para actuales como para futuros jubilados. Recordemos, por ejemplo, que según estimaciones de la Superintendencia de Pensiones con la reforma del Gobierno (3-3) una mujer que ganaba $860.000 mensuales y que hoy, al jubilar, tiene una TR de 67%, en el largo plazo disminuiría esa TR a un 44%. Esto es inaceptable, no podemos aprobar una reforma que deje peor a las futuras generaciones de jubilados en relación a la actual.

El aparente consenso que se está logrando en torno a los cambios de la industria también es una buena señal. Aquí es clave dejar atrás la separación forzosa de las AFP y la creación de un monopolio que administre las cuentas. Este cambio copernicano no solo no resuelve ninguno de los actuales problemas del sistema previsional, sino que arriesga en convertirse en otro Transantiago, dada la complejidad de funciones que tendrían que trasladarse a una institución que todavía ni conocemos.

Por el contrario, esta industria, como cualquier otra, se beneficiaría de más (no menos) competencia. La licitación de stock de afiliados antiguos, con consenso entre varios economistas, junto con la entrada de nuevos actores pueden servir a este propósito.

El mayor cuello de botella se encuentra, una vez más, en el destino de la cotización adicional. La clave para destrabar este nudo puede estar en los mecanismos de solidaridad entre cuentas (intra generacional) o esquemas de seguros. ¿Y cómo mejoramos las pensiones hoy, de los grupos más desventajados? A través de rentas generales, que no es otra cosa que un reparto financiado por todos los chilenos y no solo por los trabajadores formales. Es muy importante que estos beneficios generen incentivos a la cotización y que estén focalizados en los grupos más desventajados (por ejemplo, mujeres de grupos medios)

Por último, avanzar en una reforma tan compleja y estructural como esta, requerirá de una fina conducción política. En este sentido, el actuar del ministro Marcel ha sido más prudente y sensato que el de la ministra Jara. Mientras el primero ha liderado sigilosamente las conversaciones técnicas para lograr acuerdos, la segunda, fiel al libreto comunista, esta empecinada en apuntar sus dardos a las AFP, señalando que estas son las culpables de no tener reforma…como si el mundo político, incapaz de lograr acuerdos en décadas sobre esta materia, no tuviera responsabilidad alguna.

Esta columna se publicó en Ex-Ante.

 

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