Mercado financiero: ¿Qué pasó ahora?

Por: Tomás Sánchez
29 Mar 2023

¿Qué harías si escuchas que tu banco está en problemas? Si existiese tan solo un 10% de posibilidades de que tenga problemas de liquidez, ¿qué haces?

Exactamente. Todos sacaríamos la plata. En el peor de los casos, es una falsa alarma y la vuelves a meter. El problema, es que cuando todos piensan lo mismo, un banco colapsa. Esto es a lo que se llama una crisis de confianza, y el efecto es una corrida bancaria.

Y así le pasó hace dos semanas al Sillicon Valley Bank. A pesar de cumplir con toda la regulación y tener sus depósitos invertidos en papeles seguros del tesoro del gobierno de Estados Unidos, se corrió el rumor, y todo terminó mal. Existían elementos para preocuparse, pero no para que terminara tan mal. Con las constantes subidas de tasas de la Reserva Federal, cada día se hacía mas caro tener depósitos en las cuentas corrientes.

Como más y más clientes empezaron a retirar los fondos para invertirlos en bonos, el banco empezó a necesitar vender papeles que no estaban en su mejor momento, lo que le empezó a generar perdidas. Además, al ser un banco con relativamente pocos, pero millonarios clientes (principalmente startups bien fondeados), las acciones de pocos impactaban mucho. Para peor, a SVB no se le ocurrió nada peor que anunciar un aumento de capital para paliar la situación y eso terminó por espantar a todos.

A pesar de la intervención del gobierno de EE.UU. para garantizar los depósitos de los clientes, la caída del SVB provocó turbulencias en los mercados financieros a nivel mundial y el escrutinio del mercado a banco “similares”.

Estamos en lo que se llama una “crisis de las cucarachas”; cuando ves uno de estos bichos, sabes que no andan solas, entonces todos empiezan a buscar otras. Así fue como encontraron al banco First Republic, y para evitar el contagio del sistema, 11 bancos salieron en su ayuda prestándole 30 mil millones de dólares, mientras la FED aumentaba sus colocaciones de 20 a más de 100 mil millones de dólares en un par de semanas.

Al otro lado del Atlántico pasó algo similar. Todos se preguntaron: ¿Quién puede fallar? Y las miradas apuntaron a Credit Suisse, emblema de Suiza, pero conocido por su mal manejo durante la última década. A pesar de ser uno de los 30 bancos más importantes del mundo, en los últimos años registraba pérdidas de 1.650 millones de francos suizos, causadas principalmente por su exposición a empresas en riesgo que habían colapsado, como Archegos y Greensill. Al parecer, el corazón de su negocio – evaluar bien el riesgo – no lo estaban haciendo bien. A lo anterior, se sumaban múltiples escándalos y una alta rotación de ejecutivos.

En un intento por frenar el pánico, UBS, el banco más grande de Suiza, acordó adquirir su rival en crisis, Credit Suisse, mediante un rescate de emergencia respaldado por el gobierno federal suizo, la Autoridad de Supervisión del Mercado Financiero Suizo y el Banco Nacional Suizo. Esta adquisición no solo buscaba estabilizar el sistema financiero suizo, sino que también evita un colapso cuyas consecuencias serían devastadoras. Recordemos que Suiza vive de su banca; es su orgullo y su industria emblema.

Para rematar, la semana pasada la acción de Deutsch Bank se cayó en la bolsa sin una explicación muy clara. No hay una lectura o conexión directa con el fracaso de Credit Suisse, ni de la crisis bancaria regional de EE. UU. Deutsch Bank es rentable, a diferencia de Credit Suisse, y no está más expuesto al riesgo de tipo de interés que la media bancaria europea. Al parecer, la preocupación pasa por su exposición de bienes raíces comerciales en EE. UU., según analistas, así como en el tamaño de su libro de derivados. Es una noticia en desarrollo sujeta a las expectativas del mercado.

Todo lo anterior recuerdo una cosa: nuestro sistema financiero es tan débil como la confianza en nuestras instituciones. Por lo mismo, es importante seguir refinando la regulación, para asegurar mercados saludables que toman niveles de riesgo adecuado, pero sin ahorcarla para no frenar la inversión. Un delicado balance a cuidar.

 

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