Build your dreams (BYD)…pero no en Chile

09 May 2025

Con un duro portazo a una potencial industrialización del litio en Chile, este miércoles dos empresas chinas (BYD y Tsingshan) desistieron de sus proyectos de cátodos y baterías de litio, en el marco de la Estrategia Nacional del Litio. Son US$ 500 millones y 1.100 empleos que el país pierde y que, sin duda, aterrizarán en otra parte del planeta.

Mala noticia por donde se le mire. Se ha repetido hasta el cansancio la importancia de reactivar nuestra alicaída economía, de impulsar la inversión y de aprovechar las oportunidades que nos entrega la descarbonización de la economía global. Pero, de nada sirve lamentarnos, si no sacamos lecciones de las derrotas. Al menos así lo entienden los buenos entrenadores. Veamos.

Lo primero que debemos reconocer es que la política industrial de ofrecer precios preferentes y suministro garantizado de litio, falló. Pero antes de analizar el mérito de las políticas industriales -cuyos alcances y discusión superan los objetivos de esta columna- debemos asegurar condiciones básicas para atraer inversión.

Lamentablemente, la permisología vuelve a plantearse como un escollo local insalvable. Hace un año, BYD ya se quejaba de la lentitud del proceso para encontrar un terreno donde instalar su planta de cátodos. Solo cuando nuestro Estado sea una ayuda y no un escollo más para los proyectos, lograremos superar esta anomia regulatoria que, como dijera Durkheim, genera un estado de “insatisfacción permanente”.

Ejecutivos del sector planteaban que “las plantas industriales no se van a hacer a menos de que no se liberen las inversiones en litio”, aludiendo a la lentitud de la Estrategia Nacional del Litio. Y tienen razón. A paso cansino y manteniendo la añeja figura de “mineral crítico”, el Gobierno está lejos de maximizar la producción de litio en el país. Para avanzar con decisión de una vez, ¿por qué no hacer concesible la explotación del litio, tal como ocurre hoy con nuestro mineral estrella: el cobre?

Chile tampoco puede desconocer las tensiones geopolíticas de hoy y, en particular, la disputa hegemónica entre China y Estados Unidos. Al retiro de estos dos proyectos hay que agregar el desistimiento de Sinovac, en 2023, a construir una planta de vacunas; el freno que la Cancillería le puso al observatorio astronómico que la Academia China de Ciencias buscaba construir en el norte del país; y el atentado a la central Rucalhue, que el mismo embajador chino tildó como un “grave golpe a la confianza”.

Urge entonces, generar una postura clara como país ante la inversión extranjera, la que puede ser completamente neutral al país de origen o incorporar mecanismos de screening. Independiente del camino, lo importante es generar confianzas con un marco regulatorio simple, transparente y pro-inversión.

“Hay sectores emergentes, como las energías renovables, la tecnología y el emprendimiento digital, que pueden marcar un nuevo rumbo”. Esta frase no es de ningún especialista, consultora, economista ni político chileno. Por el contrario, surge como uno de los consensos de las mesas de diálogo ciudadano de la iniciativa “Tenemos que Hablar de Chile”.

Si los chilenos, aún con un diagnóstico pesimista de la realidad actual, confían y depositan sus esperanzas en nuestra economía basada en recursos naturales. ¿No será tiempo de empezar a hacer las cosas bien para no seguir ahuyentando inversiones que tanto necesitamos?

Esta columna se publicó en Ex-Ante.

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