Amenazas globales, tareas locales

Los múltiples efectos de las medidas anunciadas por Trump aún están por verse, pero los mercados ya reflejan la incertidumbre ante un nuevo y desconocido panorama mundial. Aun ante las incertezas, es posible anticipar algunos impactos relevantes para Chile. Primero, una posible recesión mundial, gatillada por una caída del comercio global, reducirá la demanda por nuestros productos y aumentará la inflación. Segundo, exportar a EE.UU. será más costoso, afectando no solo la exportación directa de bienes sujetos al arancel, sino que también a nuestros productos que actúan como insumos intermedios. Tercero, la desaceleración de economías como China —país afectado con altas tarifas— reducirá su demanda global de productos, incluyendo los chilenos.
Nuestro punto de partida no es favorable. Si antes crecíamos al 4% anual, hoy apenas bordeamos el 2%, con proyecciones que ante este nuevo panorama podrían ajustarse a la baja. A esto se suma una estrechez fiscal que limita la capacidad de respuesta del Estado ante una eventual crisis. Menor crecimiento y mayor inflación impactan con más fuerza a los hogares vulnerables, elevando el costo de la vida y reduciendo las oportunidades de empleo.
La urgencia de retomar una agenda de crecimiento venía de antes, pero hoy se vuelve ineludible. Chile requiere de una estrategia de desarrollo para volver a crecer de manera sostenible. Países como Canadá, Australia o Noruega han sabido aprovechar sus recursos naturales con mirada de largo plazo, mediante estrategias sectoriales que trascienden los gobiernos de turno. Contamos con sectores exportadores con un gran potencial, como el forestal, pesquero, agrícola y minero, que enfrentan trabas evitables para desarrollar nuevos proyectos como la excesiva regulación, la falta de ordenamiento territorial y la incerteza medioambiental. En ese sentido, es una señal positiva el comité convocado por el Presidente para definir una estrategia nacional de minerales críticos, que ojalá se traduzca en una estrategia que recobre el orgullo por nuestros recursos naturales.
Crecer de forma sostenible es posible y parte de esa agenda debe incluir medidas para reactivar el empleo formal. La agenda laboral impulsada por este gobierno se ha centrado en medidas que aumentan los costos a la contratación sin acompañarlas de políticas pro-empleo. Entre ellas, urge rediseñar los subsidios existentes y avanzar hacia un subsidio masivo que promueva la formalidad, reformar la indemnización por años de servicio para que sea un derecho a todo evento de los trabajadores y no los esclavice a sus lugares de trabajo, avanzar hacia la postergada sala cuna universal y en medidas para una mayor flexibilidad laboral, que permita a los trabajadores formales poder compatibilizar su vida laboral y personal. Es posible fortalecer los derechos laborales y al mismo tiempo dinamizar el mercado del trabajo. Los desafíos están sobre la mesa, la pregunta es si tendremos la voluntad política para enfrentar de la mejor manera la crisis que se avecina.
Esta columna se publicó en La Segunda.